En un abrir y cerrar de ojos nos hemos plantado en octubre, visto y no visto. Ha comenzado el Otoño – quién lo diría con estas temperaturas, ¿verdad?. Y, además de que mis hijos hayan vuelto a la rutina con colegios y horarios, yo también he vuelto a comenzar la Universidad. Debo decir que este año las asignaturas son mucho más interesantes que las del año pasado – ¡nos metemos en harina!. Una de las actividades que me ha encargado una de mis profesoras me ha permitido reafirmarme en lo que he pensado siempre: un cuento sirve para enseñar, transmitir y representar objetos, situaciones, conocimientos imprescindibles para los niños presentándoselos de forma amena y cercana a ellos.
La actividad está relacionada con el pensamiento matemático y yo la he enfocado hacia las figuras geométricas, al cuadrado para ser más exactos. Pero, centrémonos en lo importante: por qué he elegido un cuento y por qué éste en concreto.
Ana me había hablado hace mucho tiempo de “Por cuatro esquinitas de nada” escrito por Jérôme Ruillier y editado por la Editorial Juventud. Yo había oído hablar de él y, si no me confundo, alguna vez le había echado un vistazo.

Editorial Juventud
Al hilo de mi actividad universitaria lo he leído en profundidad, ¡qué buena historia y qué gran enseñanza transmite! Un cuadrado es amigo de muchos círculos, cuando les acompaña a su casa para jugar con ellos, el cuadrado no entra por la puerta. Entre todos deberán encontrar una solución para que pueda entrar. ¿Qué enseñanzas nos transmite esta historia tan sencilla? En primer lugar, el valor de la diferencia, no todos tenemos que ser iguales, ni nuestros amigos tienen que ser iguales a nosotros; ¿qué enriquece más que tener amigos diferentes?, en este caso son círculos y un cuadrado, pero puede ser cualquier otra cosa. El verdadero valor no reside en la forma sino en el fondo. En segundo lugar, nos habla sobre cómo buscar diferentes soluciones a los problemas que vamos a encontrarnos en la vida – la creatividad que nos enseña a emplear diferentes opciones para salir airoso de las situaciones del día a día. Y, por último -aunque hay más opciones- nos introducimos en el campo de los conceptos y la enseñanza de conocimientos académicos, la diferencia entre un círculo y un cuadrado por la comparación de sus características.
Ana se ha puesto muy contenta cuando hemos leído juntas el cuento y me dice cuál es la solución que encuentran entre ellos para poder entrar y seguir jugando juntos dentro de la casa. Hace tiempo leí una frase que dice: “Sí enseñamos a los niños a aceptar la diversidad como algo normal no será necesario hablar de inclusión, sino de convivencia”.
Ahora, ya lo sabéis: círculos y cuadrados pueden ser amigos y hacer muchas cosas juntos, no renunciéis a la diversidad ni a la riqueza que nos pueden aportar cada una de las personas que nos rodean.
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