Algunos días cuando recojo a Ana en el colegio no sale todo lo contenta que debería. No es que salga triste, que va, pero tampoco sale tan sonriente como es ella. Cuando esto sucede sé que no puedo preguntar directamente. Es una de las cosas que mis hijos me han enseñado a mí: en ciertos temas es mejor usar un camino más largo para conseguir algún resultado. Normalmente lo que hago es esperar, hacer como si no pasara nada y buscar el momento más apropiado para preguntarla. A veces, ni siquiera eso porque cuando ya ha pasado un rato desde que la recogí me dice: “Mamá… en el cole me llaman pequeña”. Es, entonces, cuando con todo el cariño del mundo, le explico que todos somos diferentes; unos son más altos, otros más rubios, algunos de sus compañeros tienen los ojos azules mientras que otros los tienen marrones. Y, a ella, lo que la pasa, es que es bajita – yo tampoco soy muy alta, ni sus hermanos, y no creo que nunca sean personas de gran altura física aunque si espero que humana.
Aún recuerdo con una sonrisa a su hermano, Alejandro, un día que fuimos a Ikea y no le dejaron quedarse en la zona infantil, creo que tenía poco más de dos años, y no llegaba a la altura mínima. Durante toda la visita repitió en bucle: “Yo no soy pequeño, soy bajito”. Creo que fue su primera gran frustración que, además, él entendió como un rechazo en toda regla.
Es difícil explicar a los niños, y más a nuestros hijos que todos somos diferentes, cuando lo que buscamos es la igualdad. Todos somos iguales como miembros de la sociedad pero diferentes como seres humanos. Y, esa igualdad nos enriquece a nivel personal, aporta más un grupo que una persona sola.

Editorial Serres
Esta explicación tan lógica no puedo dársela a Ana por lo que he buscado un cuento con el que ella pueda identificarse y comenzar a entenderlo. No es fácil, tampoco imposible, pero va a necesitar más tiempo –mucho tiempo- para poder comprenderlo.
El cuento que yo he elegido es “Me gusto: nunca viene mal un poquito de autoestima” de Jamie Lee Curtis (si, además de actriz, también escribe). A lo largo de sus páginas dos niños nos cuentan que “se gustan” incluso cuando no todo les sale bien o experimentamos diferentes estados de ánimo. Está escrito a modo de verso lo que hace que Ana lo escuche mejor por el ritmo que tiene; además, invita a hacer muchas cosas hasta las que no nos salen bien.
Es muy probable que Ana no comprenda lo que cuenta el libro en su totalidad, pero, sé que estoy plantando una semilla que más adelante –cuando madure y sea fuerte- brotará, y espero que sea en una mujer a gusto con lo que es y lo que hace.
Sonia,
Me encanta lo que escribes y como lo escribes. Llevas mucha razón
Tú vecina de al lado
Muchas gracias, Paula, por tu comentario.
Un abrazo.
Me he emocionado mucho leyendo esto.
Tu sobrina.
Muchas gracias, Bea. Me alegro que te haya emocionado. Un beso.
Genial.. Mi hija tambien es un poco bajita…
Son la etiquetas. Esa manía por la tendemos a clasificar todo lo que nos rodea.
¡ Qué gracioso tu hijo! Los niños tan sinceros como siempre!
Tu compi nivel 3 del gredos.
Ya sabes que el sentido del humor de «esos locos bajitos» es una fuente inagotable de sorpresas y carcajadas.