
Algunos días no empiezan bien: los horarios, la prisa, los atascos. Os suena, ¿verdad? – del tema del agobio hablamos en otra entrada, aquí está el enlace: «Dame un abrazo, mamá».
Hace unos días, cuando íbamos para el colegio con la hora justita para llegar a tiempo a todo, Ana me pregunto: “Mamá, ¿cuántos años tengo que tener para poder besarme?”. Casi paro el coche y la que da besos soy yo, ¡para comérmela!. Está muy interesada en saber con cuántos años va a poder besar a un chico. Y, a mí me produce mucha ternura que me pregunte esas cosas, nunca se me hubiera ocurrido preguntárselo a mi madre o tal vez si lo hice, aunque no lo recuerde.
Me vino a la cabeza un cuento que se titula “¿De qué color es un beso?” de Rocío Bonilla y publicado por Algar. A Minimoni le gusta pintar cosas de mil colores, cosas diferentes, y aunque normalmente no tiene problemas con sus dibujos le surgen dudas a la hora de colorear un beso. ¿De qué color será? Cuando acude a su madre descubre que los besos no tienen un único color, como tampoco tienen un solo sabor o se dan una ocasión determinada – como la vida misma. Me gusta la historia al igual que sus ilustraciones y como se utiliza el color, su autora emplea diferentes tipografías y mezcla mayúsculas y minúsculas -muy útil cuando los niños se inician en el mundo de la lectura. No existe un solo color que identifique a los besos lo que sí existe es una gran variedad de besos: están los besos falsos y los que se dan con todo el corazón, hay besos dulces y besos amargos, besos de alegría y besos de tristeza, los que te llevan al cielo y algunos que te bajan al infierno. Besos que no diste y, ahora, añoras no haberlos dado. Yo, para mis hijos los quiero todos, todos y cada uno de ellos para que puedan conocer de primera mano, con la experiencia, las diferencias entre ellos. ¿Cómo si no van a interpretar lo que los besos significan y cómo diferenciarlos?
Si volvéis la vista atrás tal vez recordéis aquel beso que os robaron o que vosotros robasteis, tal vez ese recuerdo os traiga cierta añoranza de otro tiempo, otro momento en el que otras personas formaban parte de vuestras vidas. Algún beso he robado yo y, ahora que dos de mis hijos son adolescentes alguno les robo de vez en cuando. En el mapa emocional de mis hijos espero que figuren dentro de un apartado importante los besos que su madre les ha dado.
Los besos también curan, curan heridas reales e imaginarias por eso me gusta besar mucho a la gente que quiero. Es importante, para luego no lamentarnos por los besos que no dimos.
Es curioso como a una edad tan temprana distinguen los tipos de besos. Mi hija de tres años, llama besos de amor verdadero, a aquellos que se dan las princesas y los príncipes de sus cuentos o películas o los que se dan Papá y Mamá. Y esos besos la hacen reír y sonrojarse. Y sabe que son diferentes a otros besos.
Creo que enseñar a demostrar el cariño y el amor con besos y abrazos es fundemental para niños y mayores.
Que existan libros que hablen de esto es un hallazgo y cómo siempre un placer encontrarlos en este rinconcito.
Existen libros para todo y si no lo encontramos lo podemos hacer nosostros mismos. Es un orgullo encontrar padres tan preocupados por el bienestar no solo físico sino también emocional de sus hijos.