Como ya sabéis mi hija se llama Ana. Pasa el tiempo y, poco a poco, se va haciendo mayor. Tan mayor que en estos días se le han caído los dos paletos, si, si ¡los dos! Está muy, muy graciosa desdentada y con algunas palabras que se le escurren por el hueco que han dejado esos dientes.

Blackie Little
Ante la posibilidad de que ocurriese esa caída -inminente como su padre y yo pudimos comprobar-, escribimos al Ratón Pérez para pedirle, por favor, que esta vez le dejase a cambio de su diente un regalo más especial. Ese regalo especial es rectangular y tiene una gran historia es su interior y el título nos venía como anillo al dedo: “Esta es Anita”. A qué ya lo entendéis bien, ¿verdad? Su autora es Sara O’Leary y la ilustradora Julie Morstad. La historia contiene todo lo que quiero para mi hija: libertad, creatividad, imaginación y responsabilidad. Libertad para moverse, experimentar y vivir diferentes situaciones; creatividad para imaginar historias, para ser otras personas imaginarias o reales; imaginación para crear juegos con diferentes objetos, para sentir “las alas que todos tenemos”; y responsabilidad para saber lo que puede hacer y cuando hacerlo. Ratón Pérez que es muy, muy amable nos hizo caso y por la noche dejo debajo de la almohada de Ana el cuento que le habíamos solicitado. Se lo hemos contado estas noches y a mi Anita ¡le encanta! En la historia aparecen diferentes situaciones: personajes de cuentos que reconoce, fantasía a incorporar a nuestra vida -sí, sí a la de los mayores también-, y realidad por la que pasamos día tras día. Anita es una niña que se relaciona con los demás, con lo que le rodea, no es ni débil ni osada, pero a través de la cosas que hace se va configurando su personalidad y la exploración de sus posibilidades; es una niña feliz que se conoce a sí misma y se gusta. El final es fantástico y encantador porque se convierte en una firme defensa de la imaginación para crear historias, esas que tanto me gustan, que nos permite ser innovadores, concebir ideas o proyectos. Es decir, la imaginación nos permite crear objetos, cosas, bienes o ideas nuevas y valiosas que permiten que avancemos como personas y como sociedad.
Este cuento es perfecto para Ana, no solo porque su nombre va en el título – me parece que elegimos un nombre sonoro, capicúa, corto y bello para quien hoy es ella-, además, describe a una niña muy parecida a la que le gusta jugar y que utiliza su imaginación a lo largo de sus días. Solo puedo decir: ¡Esta es Anita!
No hay comentarios aún.