Las navidades acabaron hace unos días, ya hemos cambiado de año y parece que poco a poco recuperamos la rutina de colegios y horarios después de fiestas y reuniones familiares. Estas navidades han sido algo más difíciles que las anteriores. Es la primera Navidad en la que no está el abuelo y ¡se nota mucho! Si a los mayores nos cuesta entender estas ausencias imaginar lo que pueden representar para los niños.
Ana le adoraba y le gustaba mucho, mucho estar con él por eso no entiende muy bien que se haya ido – la verdad es que yo tampoco, pero la diferencia de años y experiencias vitales me facilita algo más adaptarme a la ausencia del abuelo. Ayuda un poco no volver a su casa ni a todo lo que nos evocaba los diferentes momentos que pasamos con él. Aunque no es fácil. Después de un año Ana expresa en algunas ocasiones que añora a su abuelo -bueno ella dice que “echo de menos al abuelo”- pero sabe que al abuelo le gustaba verla contenta y lo intenta. Como madre me gustaría evitarla estos momentos, y otros parecidos que harán que no lo pase bien, aunque si quiero que consiga equilibrio emocional y madurez afectiva sé que tiene que pasar por esto y por otras situaciones que ayudarán a que lo consiga, serán de diferente tipo: unas muy, muy alegres y otras no tanto, pero todos formarán parte de ella.

Editorial Bruño
El año pasado se publicó el libro “Mi abuelo es una estrella” de Sacha Azcona y Joan Subirana, dentro de la colección ChiquiCuentos de Bruño – que no os engañe el nombre de la colección tiene libros muy grandes. La historia – como todos podéis imaginar es sobre un niño que pierde a su abuelo- y lo que hace su padre para ayudarle a superar la tristeza que siente el protagonista. Me vino al pelo para ayudar a Ana a seguir verbalizando todo lo que siente con respecto a la ausencia de su abuelo. Lo hemos leído en multitud de ocasiones y Ana dice dos frases: “el abuelo es una estrella” y “echo de menos al abuelo”. Que pueda verbalizarlas me llena de orgullo, las emociones no expresadas generan problemas de salud y yo no quiero que mis hijos enfermen por no saber expresar lo que sienten.
Además de por todo lo dicho, poder contar este cuento a Ana me ha servido para comprobar que tiene un buen recuerdo de él y eso es de gran importancia para mí. Espero que algún día pueda rememorar a su abuelo y la gran lección de dignidad que nos dio al irse. La muerte es un tema tabú y esto nos hace olvidar que forma parte de nuestro ciclo vital: las plantas, los animales, las personas nacen, viven y mueren. Por eso, a veces nos asusta hablar de este tema con los niños, debemos ser conscientes de que son bajitos no pequeños, y que tratando los temas con naturalidad conseguimos que los entiendan, interioricen y verbalicen mejor.
Una gran lección Sonia. Leí este libro con mi hija Olivia después de leer tu artículo y aunque Olivia no tenía dos años cuando mi padre se fue me gusta recordarlo juntas. Olivia sabe que su Abi José está en el cielo y ahora también sabe que su abuelo es una estrella. Y he de confesar que a mi también me encanta pensar que mi padre, ahora, es una estrella.
Ya no miramos a las estrellas de la misma manera.
Muchas gracias.
Un abrazo.